De vez en cuando la alegría tira priedritas contra mi ventana,
quiere avisarme de que está ahí esperando,
pero hoy me siento calmo, casi diría ecuánime,
voy a guardar la angustia en su escondite y luego a tenderme cara al techo,
que es una posición gallarda y cómoda para filtrar noticias y creerlas.
Quien sabe donde queden mis próximas huellas
y cuando mi historia va a ser computada.
Quien sabe que consejos vaya a inventar aún,
y que atajo seguiré para no seguirlos.
Está bien, no jugaré al desahucio,
no tomaré el recuerdo con el olvido,
mucho queda por decir y callar,
y también queda uvas para llevar a la boca.
Está bien, me voy a dar por persuadido,
que la alegría no tire más piedritas,
abriré la ventana, abriré la ventana.
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